Alzheimer: cuando la persona que amas te está olvidando dado el encierro
- Viernes 24 de abril de 2020
- 18:00 hrs
- Autor: Cecilia Marín
Cuando en un hogar existe una persona con alguna discapacidad o enfermedad que imposibilita el autocuidado, esa responsabilidad recae en otro(s).
En enero de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el brote de una nueva enfermedad por coronavirus en la provincia de Hubei, China, como una Emergencia de Salud Pública de relevancia internacional.
El 11 de marzo se declaró oficialmente una pandemia por coronavirus Covid-19 luego de haberse propagado la infección a una gran cantidad de países del mundo y el 3 de marzo se diagnosticó el primer caso en Chile.
Esta emergencia sanitaria generó medidas de cuarentena y aislamiento social a nivel mundial y ya sabemos que el encierro y el distanciamiento generan grandes problemas emocionales.
Cuando en un hogar existe una persona con alguna discapacidad o enfermedad que imposibilita el autocuidado, esa responsabilidad recae en otro(s).
¿Cómo vive una persona con Alzheimer el encierro?
El Alzheimer es un tipo de demencia que causa problemas con la memoria, el pensamiento y el comportamiento. Los síntomas generalmente se desarrollan lentamente y empeoran con el tiempo, hasta que son tan graves que interfieren con las tareas cotidianas.
Una de las familias que vive con uno de sus integrantes afectado por el alzheimer me permitió relatar cómo conviven con esta enfermedad durante la cuarentena.
“No somos los únicos que vivimos esta realidad” dice Rosa, - le pondremos ese nombre a petición de la familia que ha querido que relate su historia de forma anónima-.
Rosa, es la dueña de casa, una mujer recién llegada a la tercera edad, con 62 años, dice que afortunadamente ha podido tener buena salud para apoyar a su “viejo”, Don Manuel de 68 años, quien tiene alzheimer en una etapa de demencia, lo que impide que se desenvuelva solo y requiere apoyo constante en todas las tareas diarias.
En el hogar viven tres personas, la señora Rosa junto a su esposo Manuel y uno de los tres hijos del matrimonio, Alberto.
“Antes de comenzar el virus estábamos buscando un lugar donde Manuel sea bien cuidado. Estamos en ese punto donde yo ya no puedo seguir y necesitaba ayuda”, comenta la señora Rosa.
El hijo que vive con ellos mantiene un trabajo estable al igual que los otros que -pese a no vivir en la casa- siguen apoyando a sus padres.
Debido al evidente deterioro de Don Manuel estaban buscando una casa de reposo que tenga todas las atenciones que correspondan, pero debido a pandemia ya no lo reciben en ninguna parte.
“Este último tiempo se ha hecho difícil, el otro día se levantó de la cama y me decía que quería ir al colegio, se enojó porque no pudo salir. Le dije que la profesora no estaba, que había que quedarse. Antes si pasaba eso mi hijo lo subía al auto y salíamos a pasear hasta que cambiaba el foco”.
Don Manuel se encuentra en tratamiento, con sus controles al día y recibe la medicación adecuada y por lo general se puede comunicar, aunque en muchos momentos del día se descompensa, se pone agresivo e incluso quiere escapar y su hijo Albero quien debe contenerlo: “a veces se enoja y me quiere pegar porque cree que soy algún pololo que trae mi mamá a la casa”.
La salud mental de todos se ve afectada, por una parte, el encierro y por otra tener que lidiar con esta enfermedad que -sin la intención del afectado- daña profundamente a sus seres queridos.
Los otros hijos ya no pueden visitar a sus padres porque están cumpliendo la cuarentena, se mantienen pendientes, hablan por teléfono con su mamá, si necesita algo, pero ya no pueden ayudar como antes -llevando a su papá a pasear- aunque sea por unas horas, para que su mamá descanse.
Alberto cuenta que afortunadamente puede trabajar desde la casa, pero se hace agotador tener que ser productivo cuando no se duerme bien. “A veces mi papá se despierta en la noche y cree que es de día, ahí me quedo con él hasta que se duerme, para que mi mamá no tenga que levantarse”.
Las tareas como bañarlo, darle de comer, cambiarle paños, se van turnando y actividades en la casa como bailar o poner música con sus cantantes favoritos y cantar lo hacen en conjunto.
“Es fuerte que tu papá ya no te reconozca y las pocas veces que lo hace son cortitas, a mí me duele verlo así y ver a mi mamá cansada. Mis hermanos, mis sobrinos, también están afectados por su tata, pero estamos haciendo todo lo que está a nuestro alcance para que esté bien”, dice Alberto.
No existe ningún fármaco que revierta la enfermedad, ya que es de tipo degenerativo. Esta familia es una de muchas que se ha visto afectada por la paralización de las actividades, la cuarentena y el distanciamiento.
Para ellos se volvió rutina de cuarentena sentarse en el patio, mientras Rosa riega las plantas, Don Manuel sentado en una banca cree que está esperando locomoción para volver a su casa.