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Deforestación y pérdida de biodiversidad

  • Lunes 25 de septiembre de 2023
  • 10:08 hrs

Aunque la deforestación ha disminuido considerablemente en los últimos años, su efecto sobre la vida animal sigue vigente. Ven y conoce más al respecto.

Si bien las apreciaciones estadísticas de la ONU en torno a la tala global han sido positivas en este primer cuarto de siglo —con un 30% de disminución—, las cifras generales referentes a la deforestación no dejan de ser alarmantes. Esto, sobre todo, por la marcada diferencia entre la superficie verde que es eliminada y la que es restituida.

Tan solo en Latam se talaron un promedio de 70 millones de hectáreas en lo que va de centuria, y solamente se han restituido 50 millones. Esto representa un déficit del 35%. Los números globales tampoco resultan alentadores.

Las especies endémicas resultan las primeras afectadas ante esta situación. De la noche a la mañana millones de animales se ven desplazados de su hábitat, y, en el peor de los casos —el más común— exterminados. Esta contingencia rompe el delicado ciclo ecológico y termina por afectar irremediable e irreversiblemente al ecosistema global.

Y aunque muchas empresas han tomado las medidas necesarias para disminuir su impacto sobre los ecosistemas, y la gente haya tornado su vida a una con más “conciencia verde” —consumir alimentos en envases reciclados, jugar keno online Chile, ir y venir en bicicleta al trabajo tres veces por semana—, falta que muchos más organismos y ciudadano se sumen a la causa.

En adelante, se tratará más a fondo el tema.

¿Qué es la deforestación y cómo afecta a la biodiversidad?

En términos simples, la deforestación no es más que la eliminación de la materia vegetal de la faz de la tierra. Esto se lleva a cabo con diversos fines, siendo los más comunes la expansión de los sembradíos, las zonas de ganadería y las áreas residenciales.

La afectación a la biodiversidad es más que evidente: tal y como se dijo con antelación, un número considerable de animales se quedan sin hábitat y se ven obligados a huir a zonas seguras. No obstante, con su simple desplazamiento no se arregla todo, pues las condiciones que les esperan en los nuevos espacios —si es que logran reubicarse— no son las mismas a las que estaban adecuados, por lo que su supervivencia se ve sumamente afectada.

Pero hay más. Las consecuencias no solo se resumen en la muerte y el desalojo, no. Cada especie animal y vegetal de la zona eliminada cumplía una función en el ecosistema que afectaba directamente a las condiciones ambientales del área en la que se circunscribían, bien sea el traslado de semillas, la generación de abonos o el control de plagas —por nombrar algunas—. Cuando un agente regulador es separado de sus funciones, entonces otro de los factores crece desmedidamente, de allí la proliferación de las plagas y de la sequedad del suelo (desertificación).

Principales causas de la deforestación

Son muchos los orígenes de esta práctica, no obstante, en pleno siglo XXI se reducen a los siguiente:

  • La obtención de madera como materia prima para la elaboración de un sinfín de artículos de uso cotidiano;

  • La expansión de la ganadería para lograr cubrir la creciente demanda alimenticia de la sociedad global;

  • Aumentar los espacios para la agricultura por la razón expuesta en el tópico anterior. En este punto es necesario acotar que los monocultivos resultan ser uno de las prácticas más preocupantes, puesto que, si bien generan enormes ganancias a los países que los practican —como Argentina y Brasil con la soja—, el daño al suelo suele ser irreversible;

  • Poder facilitar la explotación minera en zonas vírgenes claves.

Consecuencias directas de la deforestación

Aunque la lista de las secuelas dejadas por la tala es sumamente larga, se resumirán en cuatro que resultan las más preocupantes:

El cambio climático

Absolutamente todo se encuentra minuciosamente conectado. Cuando miles de hectáreas de selva son taladas, no solo se eliminan las barreras naturales que impiden las inundaciones, sino que también se mengua la concentración de la humedad de dicha zona. Como resultado directo, el ciclo de lluvias se vuelve irregular y lo demás es historia. 

La desertificación

Sin raíces vivas no hay sostén natural para la tierra, por lo que tras la tala masiva indiscriminada solo falta esperar a que la sequedad del suelo haga su aparición en cuestión de meses o años.

La extinción de especies

Esta es una de las consecuencias más obvias y preocupantes. De hecho, la tala no solo da paso a la desaparición de animales conocidos, sino también de especies que aún no han sido descubiertas y que muy posiblemente hayan poseído cualidades de sumo provecho para regular el ambiente o para la humanidad misma.

Las soluciones para frenar la deforestación

Pese a lo profundo y extenso que ha sido el daño que ha causado el hombre a la naturaleza en los últimos doscientos años, aún estamos a tiempo de enmendar un poco la situación. Dentro de las soluciones factibles resalta por obvias razones la gestión sostenible. En este sentido, las empresas deben comprometerse a sembrar, al menos, dos árboles por cada uno que talan y dejar el margen y las condiciones necesarias para la recuperación de los espacios.

Otro aspecto clave es la reforestación en las zonas diezmadas en las décadas anteriores. Este accionar debe ser adoptado de manera inmediata y activa por parte de los gobiernos de turno en las regiones más afectadas —la Amazonía brasileña, por ejemplo—.

No puede quedar por fuera la educación ambiental. Hacer sensibles a las nuevas generaciones respecto al peso de sus acciones sobre el ecosistema es una de las acciones más importantes. Y no solo educar para la acción, sino para la difusión y multiplicación del mensaje, de manera tal que la conciencia ecológica se vuelva algo cultural.